Esta ha sido una idea constante desde el inicio de su pontificado. Una vez más, durante una entrevista televisada en Italia, el papa Francisco fustigó el domingo 6 de febrero la «mundanidad espiritual».
«El mayor mal de la Iglesia es la mundanidad espiritual», dijo. «Una Iglesia mundana». Para Francisco, esta actitud simboliza una especie de narcisismo, por el que el cristiano está más volcado hacia sí mismo que hacia los demás. Esta mundanidad es un peligro para la Iglesia «aún mayor que los papas libertinos», continuó Francisco, citando, como suele hacer, al cardenal Henri de Lubac que, en su Meditación sobre la Iglesia (1953), había desarrollado lo que ya consideraba el «mayor peligro» para la Iglesia.
«Esta mundanidad espiritual dentro de la Iglesia da lugar a una cosa burda: el clericalismo», continuó Francisco. «El clericalismo es una perversión de la Iglesia. Es el clericalismo el que crea la rigidez. Y debajo de todo tipo de rigidez, hay podredumbre. Siempre».
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