21/02/2024 – EUKLERIA
Por: Rosa Ramos].amerindiaenlared.org
“… ¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz! …” La Saeta, Antonio Machado
Un poco de historia. Los mayores recordamos las Cuaresmas de nuestra infancia (en muchos sitios aún sigue siendo así) como un tiempo más que ascético, de mucho dolor y culpa, de autocastigo alentado por algunas prácticas religiosas. Tiempos de penitencia, “vía crucis” y mortificación: “por mi culpa, por mi culpa…”, o “piedad, Señor, pecamos contra ti”. Algunos quizá recuerden haber visto las imágenes cubiertas de tela morada durante el largo tiempo de la Cuaresma, sobre todo en grandes templos con proliferación de altares y figuras de santos. Sobrecogía a los niños entrar a uno de esos templos y ver aquellas prácticas, hacer preguntas y que los mayores, poniendo un dedo sobre la boca, callaran e hicieran callar.
Ni qué decir la tradicional Semana Santa en España (recordar La Saeta de Antonio Machado) y en todas aquellas ciudades en que la colonización fue fuerte y llevó sus rituales. Recuerdo hace muchos años visitando un templo en Cuba, ante algunas imágenes enlutadas, un brasileño me dijo al oído: “aquí la fe entró con el dolorismo español”. También en Centro América, en Guatemala, una teóloga me explicaba el sentido y el lugar que ocupaban para los guatemaltecos las famosas procesiones del “santo entierro”. Mueven miles de personas, acompañadas con música fúnebre a cargo de bandas sinfónicas, que recorren la ciudad durante toda la noche del viernes santo. Son precedidas de procesiones menores pero similares desde el Miércoles de Cenizas y durante toda la Cuaresma.
Artículo completo: Cuaresma-CaminoHaciaPascua