Artículo de Marco Impagliazzo
9 days ago
En Europa en estos días nos preocupa, con razón, cómo y cuándo se gastarán los fondos del PNRR. Pero en gran parte del mundo, como África, hay personas que no tienen la suerte de recibir ayudas de este calibre, pensadas como resiliencia ante la grave crisis económica que desencadenó primero la pandemia y luego la guerra en Ucrania. Estos dos eventos han empeorado rápidamente las condiciones de vida de todos, pero también han provocado que las desigualdades entre los (cada vez más) ricos y los (cada vez más) pobres crezcan increíblemente rápido. Entre el Norte y el Sur del mundo y dentro de los mismos países.
Sin duda, las formas que asumen hoy las desigualdades presentan una complejidad sin precedentes y afectan a diferentes colectivos; afectan los ingresos y la riqueza, el empleo y las clases, el género y la etnia, la educación y las condiciones sociales, la capacidad y el comportamiento individuales. Pero afectan sobre todo a un continente, África, cuyo Día Mundial se celebró el día 25 en conmemoración de la fundación de la Organización para la Unidad Africana.
Para entender el peso que ha tenido la pandemia solo hay que pensar que posiblemente ha borrado muchos de los beneficios que los países en desarrollo habían obtenido en los últimos veinticinco años y -según el Informe sobre la Desigualdad en el Mundo- no cabe duda de que ha llevado al “aumento más rápido en el nivel de riqueza de los multimillonarios del mundo”.
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