Conforme aumentan los contagios de Coronavirus en todo el mundo, se expande también una epidemia mucho más dañina: el miedo. Las medidas que se empiezan a tomar en muchos lugares – suspensión de clases, cuarentenas, toques de queda y aislamiendo – afectan a nuestra vida diaria.
Pero sobre todo, nos abocan a situaciones anómalas que nos provocan inseguridad:
- ¿Cuánto va a durar?
- ¿Cómo va a cambiar mi vida diaria?
- ¿Qué sucede con mis seres queridos?
Y sin embargo, es precisamente ahora el momento de mantener la calma y practicar una virtud muy necesaria: la resiliencia ante la adversidad Esta resiliencia (Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos . 2. f. Capacidad de un material , mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido). se traduce en dos claves: Responsabilidad y adaptación. Ambas palabras están relacionadas con la madurez.
¿Podría ser esta epidemia una ocasión que nos ayude a crecer moralmente y a madurar como personas y como sociedad?
Responsabilidad
Respecto a esta primera palabra, la epidemia del Coronavirus nos recuerda una verdad que a menudo olvidamos en nuestras sociedades individualistas: tenemos que ser conscientes de que los comportamientos individuales no afectan solo a quienes los cometen, sino que inevitablemente repercuten en los demás,
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