William Ruto llegaba a Pekín feliz como una perdiz. Era la primera vez que el presidente de Kenia iba a ver a su homólogo chino, Xi Jinping. Allí iba con una idea clara: pedirle nada más y nada menos que 1.000 millones de dólares. Resulta que muchos de los proyectos de infraestructuras que tiene con empresas chinas se han paralizado por impagos y necesita dinero para acabar carreteras y otros como la presa de Thwake en el condado de Makueni. Pues más dinero y ya está, hecho.
Bueno, pues se nota que era la primera vez que Ruto lidiaba con Xi Jinping. Sus posicionamientos pro-occidentales parece que le han dejado sin tiempo para estudiar ni siquiera unas nociones básicas de cómo tratar con China. Su atrevimiento ha sonado hasta insultante en una época de cambios en las relaciones del gigante asiático con África. En 2022, para toda África, China dio menos, incluso de lo que pedía solo Kenia, que recibió en 2017 su máximo histórico: medio millón. En 2022 a Kenia le financió 12,7 millones en préstamos. Quería multiplicarlo por ocho. Já.
La 3ª Cumbre de la Iniciativa de la Franja y la Ruta china confirmó algo que ya se olía desde el Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC) a finales de 2021: China ya no quiere invertir en grandes infraestructuras a golpe de talonario en África. No, al menos, al ritmo anterior. Sí va a dedicar un total de 100 mil millones de dólares a proyectos, pero muchos se centran en conectar por raíl con Europa y menos en grandes obras. Ahora el objetivo es centrarse en proyectos más pequeños y digitales. Los países africanos ya tiene una deuda lo suficientemente grande con China como para endeudarse más, y China tampoco se lo puede permitir en su actual situación económica, como comenta el fundador de China Global South Project, Eric Olander.
Ahora: ¿enfría esto la relación con África? De los 24 jefes de Estado y gobierno que visitaron China para el evento, solo había cinco africanos: William Ruto por Kenia, el etíope Abiy Ahmed, el presidente de República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, y los de Egipto y Mozambique, aunque en este caso no eran los presidentes, figuras reales de poder, sino sus primeros ministros.
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