La película galardonada en este 2020 como la Mejor Película Infantil por la European Children’s Film Association explora a través de múltiples metáforas la realidad a la que se ven sometidos muchos migrantes africanos en Europa, en concreto en Bélgica. Os presentamos el trabajo de la directora belga Frederike Migom de una forma diferente: a través de una pequeña guía que contribuya a no perder de vista ninguno de los detalles que aborda la cinta
Binti, la protagonista
Binti es explosiva. Es capaz de altera el mundo adulto con su irreverencia desmedida y el desparpajo de la experiencia de vivir en una casa okupa donde conviven con otras familias en situación irregular. A sus 12 años utiliza las redes sociales como una válvula de escape. Hace vídeos donde muestra a sus cientos de seguidores que es una igual. Pero, en realidad, no lo es por una cuestión burocrática que les excluye de tener los mismos privilegios que un europeo. Ella sueña con convertirse en una vlogger conocida, como su ídolo Tatyana. Es la fantasía de la virtualidad donde podemos crear mundos soñados e identidades falsas y creernos que son verdad. Es a lo que se ven obligados muchos migrantes cuando hacen videollamadas con sus familiares y amigos: explican que están bien, que tienen buenos trabajos y que la sociedad que les acoge y emplea, los mira a los ojos. Un doble trabajo: sobrevivir a la jungla europea y hacer ver que aquí todo es fácil. Su plan perfecto es conseguir que su padre se case con la madre de Elías para que puedan quedarse en el país.
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