La orientación ética debería guiar cualquier avance científico y tecnológico, además de acompañar todo el proceso educativo. Dejemos de maltratar a la Ética y de recurrir a ella solo cuando ya es tarde.
Se diría que la palabra ética está de moda y tiene un uso inflacionario tendente al abuso. Se invoca su nombre a todas horas, como si fuera una especie de conjuro y bastara mencionarla para tenerla entre nosotros. Nada más lejos de la realidad.
Su omnipresencia en los medios de comunicación y en los giros coloquiales cotidianos muestran justamente que a lo peor brilla más bien por su ausencia. Parece que se la echa de menos, y esa sería la razón de ponerla como adjetivo a cuánto se nos antoje, a modo de mantra, en lugar de tenerla por el objetivo a perseguir como guía de nuestro obrar en general.
Una omnipresencia que delata su ausencia
Indudablemente hay nuevas disciplinas, como la bioética , que son imprescindibles y realizan una labor impagable. Convendría que la orientación ética guiase cualquier avance científico y tecnológico, tal como demanda muy en particular la Inteligencia Artificial General. Sin embargo, no dejan de promocionarse cosas tales como la denominada “banca ética”, la “ética del deporte” o la “ética de los negocios”, para distinguir lo que cuenta con ese marchamo de los demás bancos, deportes y negocios que se asumirían entonces como desprovistos de talante ético.