¡Aquí podrá encontrar los dos artículos para el mes de junio!
Uno sobre el espíritu santo para Pentecostés, y el otro, más general, sobre los salmos.
Buena lectura y meditación en este mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuatro formas de orar con los Salmos
En el libro de los Salmos, la Biblia esconde un hermoso tesoro para todos los cristianos. De hecho, esta colección poética, cuya autoría se atribuye principalmente al rey David, puede ser de gran ayuda para nosotros en diferentes momentos de nuestra vida diaria.
Si bien es cierto que, en ocasiones, podemos pensar que el contexto de algunos salmos parece un poco alejado de nuestra realidad cotidiana, también es cierto que en ellos, el salmista describe algunos sentimientos y emociones que son universales, por ejemplo, la alegría, el asombro, la gratitud, la desesperación, la ira, la duda, el miedo, etc… De este modo, se puede decir que a través de los salmos, Dios nos presta sus palabras, para describir aquello que a veces nos cuesta tanto expresar con las nuestras:
- Algunos versículos bíblicos nos tocan de manera muy especial gracias al lenguaje pictórico y poético que contienen. De hecho, cuando los recordamos y repetimos constantemente, comienzan a hacer parte de nuestras vidas, y esto nos lleva a sentir a Dios de una manera más cercana e íntima.
“Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre” (Salmo 139:13).
- También podemos meditar en los textos bíblicos mediante la lectio divina, la cual nos ayuda a profundizar en ellos, para comprender mejor cómo y por qué su lectura resuena en nuestro ser de manera tan viva: ¿qué me enseña la Palabra sobre mis propias luchas, mis propias heridas, mis propias preguntas?
- Además, los salmos forman parte de la liturgia, por lo tanto, la Iglesia nos anima a cantarlos y a alzar nuestras voces para proclamarlos de manera colectiva, ya que permiten expresar fervientemente nuestra oración, especialmente si queremos manifestar nuestra alabanza y acción de gracias al Señor.
- Por último, tengamos presente que, algunos salmos constituyen verdaderas oraciones de sanación y liberación, pues nos ofrecen un camino interior que nos permite recorrer diversas etapas: expresar nuestro sufrimiento, aceptar nuestras limitaciones, reconocer nuestras carencias, y finalmente, abandonarnos totalmente en las manos de Dios con confianza. En otras palabras, los salmos nos permiten abrir nuestros corazones para dejar entrar la paz de Dios en nuestro interior.
Escrito por: Alice Ollivier de Hozana.org (*Texto traducido del Francés por Sharael Sánchez)
¿Cuándo y cómo invocar al Espíritu Santo?
¡Podemos hacerlo cuantas veces lo queramos, por supuesto!
Sin embargo, también es posible adoptar hábitos buenos y saludables para que se convierta en nuestro compañero diario… Es cierto que durante la pandemia, hemos aprendido o recordado un gesto bastante sencillo y sano para nuestros espacios de vida: ventilar y abrir la ventana regularmente. Esto parece obvio, ¿cierto?, pero, ¿acaso tenemos el mismo reflejo saludable cuando se trata de ventilar, purificar y renovar la atmósfera de nuestro corazón?… Valdría la pena reflexionar unos minutos en ello, pues, por si no lo sabías, invocar al Espíritu Santo significa abrir de par en par nuestras ventanas interiores.
A continuación, te invitamos a descubrir estos cuatro consejos para invocar al Espíritu Santo:
- Cada mañana, al levantarnos, así como corremos a abrir la ventana de nuestra habitación para sentir el olor del nuevo día, también podemos apresurarnos a abrir nuestro corazón y recibir al aliento de vida, diciendo: “¡Ven Espíritu Santo, ven a renovarme!”. De hecho, podemos hacer que la invocación vaya al ritmo de nuestra respiración para ofrecernos en cuerpo y alma a su renovación.
- Antes de comenzar una actividad, por ejemplo, una reunión, una conversación, etc. podemos tomar un minuto para dejar entrar al soplo vivificante, puro y dulce del Espíritu de Dios en nuestras vidas. Dejemos que Él sople sobre nuestro cansancio, nuestras ideas preconcebidas, nuestro estrés… Dejemos que saque todo ese polvo interior que impide la escucha y la creatividad, y digamos: “¡Ven Espíritu Santo, ven a inspirarnos!”
- Cuando debamos tomar una decisión importante o elegir, podemos sacar un tiempo para renovar completamente la atmósfera de nuestro corazón. Dejemos que el Espíritu de Verdad saque todo aquello que nos atormenta, quite lo que nos impide seguir y sane lo que está herido, para que podamos discernir realmente cúal es el camino a seguir, diciendo: “Ven Espíritu Santo, ven a iluminarme”.
- En los momentos difíciles, en las pruebas, acordémonos siempre de dejar la ventana entreabierta, de tal modo que el Consolador pueda venir muy suavemente, a calmarnos, a refrescarnos, a abrazarnos… Dejemos que su caricia divina nos toque en nuestros momentos de tristeza, ira, dolor, y digamos: “Ven Espíritu Santo, ven a consolarme”.
Escrito por: Alice Ollivier de Hozana.org
*Texto traducido del Francés por Sharael Sánchez