MIGUEL ÁNGEL MESA, miguelmesabouzas@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 02/12/22.- El Adviento no es un tiempo de expectativas, aguardando a que pase algo que nos sorprenda y nos alivie, a alguien que nos proteja del sufrimiento, de los sinsabores y la desilusión, y que nos guíe sin incertidumbre alguna, con ideas claras y brazo poderoso, concediéndonos lo que creemos que precisamos.
Todo lo contrario. Porque el Adviento es una realidad dinámica, un tiempo de espera activa, de construcción permanente, de anhelo afanoso ante la realidad de cada día, de ilusión renovada, paciente y confiada.
Una espera en rumoroso silencio, con la mirada puesta en nuestro interior, a nuestro alrededor y en el horizonte. En contemplación callada y profética. En permanente acción de gracias. Desde un compromiso vital junto a los más vulnerables y oprimidos, abiertos al encuentro, saliendo de nuestro confort para embarrarnos, cercanos siempre a quien está tirado, herido, marginado a la orilla del camino que recorremos cada día.
Pedimos en Adviento: ¡Ven, Jesús!, pero Jesús ya llegó, ya se hizo presente en nuestra historia, ya nos mostró la senda a recorrer, la buena noticia que vivir y transmitir con sus mismos sentimientos, que el Espíritu nos va sugiriendo a través de los acontecimientos y la realidad que nos rodea.
Artículo completo: ADVIENTO-Realidad