Carlos Rey, Universitat Internacional de Catalunya / 6 junio 2023 19:02 CEST
Los ODS se enfrentan a múltiples dificultades, entre ellas, la persecución de metas imposibles. El autor plantea una alternativa: las misiones de desarrollo sostenible, para conquistar el corazón de las personas que habitan este planeta.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), promovidos como “un plan común para la paz y la prosperidad de las personas y del planeta”, no están exentos de dificultades. De hecho, presentan cuatro problemas principales:
Conflictos entre metas: algunas metas entran en conflicto con otras (por ejemplo, la expansión de la agricultura vs. el fin de la deforestación).
Dificultad para medir el progreso: hay muchos objetivos con indicadores imprecisos (por ejemplo, “incrementos sustanciales” o “mejoras significativas”) y también otros sin ninguna medida ni referencia clara sobre cómo evaluar su consecución.
Estos problemas no son nuevos. De hecho, son problemas comunes de la dirección por objetivos identificados por la investigación hace más de 50 años.
A estos inconvenientes podríamos añadir también el hecho de que los objetivos son potencialmente motivadores de compartimientos no éticos, ya sea por exceso de celo en el cumplimiento como por tener más interés en “parecer” que en “hacer”.
Pero muchos de estos problemas se solucionarían si fuéramos capaces de superar las limitaciones de la dirección por objetivos y desarrolláramos los ODS en un contexto de dirección por misiones.
La diferencia entre objetivos y misiones puede parecer sutil, pero es fundamental. Es una cuestión de dimensiones. Los objetivos se desarrollan en un plano de dos dimensiones (2D) mientras que las misiones son tridimensionales (3D).
Como sabemos, un objetivo tiene dos dimensiones: planificación y acción. La primera establece la meta que se quiere lograr y la segunda es la que se encarga de alcanzarla. Esto es lo que representamos simbólicamente como “cabeza-manos”.