2º domingo de Pascua A — 19 abril 2020
Hechos de los Apóstoles 2,42-47 — 1Pedro 1,3-9 — Juan 20, 19-31
El 17% de los europeos se declaran hoy no creyentes y el 7% ateos. En 12 países de Europa son mayoría los jóvenes no creyentes o ateos (Suecia 75%; Reino Unido 70%; Francia 64%; España 55%). Es pues normal que nos resulte difícil imaginar que hace dos milenios, para las primeras generaciones cristianas, fuera la humanidad de Cristo la que resultaba problemática, y no su divinidad. Los habitantes de Nazaret, para quienes la existencia de Dios y la expectativa de su Mesías (Cristo) eran evidentes, rechazaron a Jesús porque lo vieron demasiado humano, “el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón”. Pablo encontró una fuerte oposición en el mundo grecorromano, porque el Cristo que proclamaba tenía que haber sino necesariamente un canalla, puesto que los romanos lo habían crucificado: “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles”. De hecho, la primera herejía cristiano, el «docetismo», afirmaba que el aspecto humano de Cristo era simplemente una ilusión, al igual que su muerte en la cruz, idea que a su manera retomarían más tarde algunos musulmanes.
P. J.Ramón Echeverría Mancho, p.b
Pamplona, 16 de abril de 2020
Imagen: (Eduardo de la Serna: Una comunidad que nace de la Pascua)