1 de noviembre Todos los Santos
Apocalipsis 7, 2-4.9-14 — 1 Juan 3,1-3 — Mateo 5, 1-12ª
¿Día de Todos los Santos? ¿Día de los muertos? Uno tiene la impresión de que el «sensus fidelium» y las autoridades romanas van por diferentes caminos. La liturgia oficial distingue la «Fiesta de Todos los Santos» (1 de noviembre) de la «Conmemoración de todos los fieles difuntos» (2 de noviembre) durante la cual rezamos por nuestros muertos. Pero en la realidad la gente visita los cementerios especialmente el 1 de noviembre, y cada vez son menos los que van a la iglesia al día siguiente a rezar por sus muertos. Además, incluso si hay quienes creen que el purgatorio y el infierno existen (el Vaticano determinó en 2007 que el limbo no existe), ¿Cuántos católicos piensan que sus muertos están allí? ¿Acaso no los conmemoran también en el Día de Todos los Santos? Entonces ¿a quién recordamos el 1 de noviembre? ¿A lo santos canonizados por Roma? ¿A tantos santos anónimos no reconocidos oficialmente como tales? ¿Al «posible santo que todo el mundo lleva en sí mismo» (véase el hermoso comentario que sigue a las lecturas en francés)? En los Hechos de los Apóstoles, al Señor que le pide que vaya a encontrarse con Saúl (Pablo), Ananías responde: «He oído hablar de todo el mal que Saúl ha causado a tus santos en Jerusalén» (Hechos 9:13). El mismo Pablo escribe a los «santos», es decir, a los cristianos de las diferentes comunidades, lo cual plantea un problema para los traductores que deben tener en cuenta el significado contemporáneo del término y evitar los anacronismos. «Los llamados santos» y «santos por vocación» son las traducciones más aceptadas.
Texto completo: TodosLosSantos-1 de noviembre-Echeverría