La seguridad del África Occidental al sur del Sahel sigue siendo crítica, tras el espejismo que produjo la caída de las cifras de violencia en esa región durante los años de la pandemia de COVID19.
Entre 2018 y 2022, se han registrado más de 44.000 incidentes violentos, de todo tipo, en dicha zona del continente africano, que han causado más de 71.000 muertes.
Los sucesos más frecuentes han sido los ataques armados, que han supuesto más del 68% de todos aquellos, y, dentro de éstos, los ataques terroristas han representado el 65%.
En otras palabras, el terrorismo yihadista ha causado casi 20.000 episodios con violencia y es el responsable de la muerte de casi 32.000 personas en África Occidental durante esos cinco años.
Los grupos terroristas causantes principales de esta sangría profesan dos tipos de lealtades.
Por un lado, se encuentra Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin (JNIM), es decir, la franquicia de Al-Qaeda para Mali, en particular, y para todo el África Occidental, en general.
Enfrentadas a éste, existen las bandas asociadas al Estado Islámico (EI), ya sean el Estado Islámico del Gran Sáhara, Boko-Haram o el Estado Islámico de Provincia de África Occidental, fracción salida de la anterior organización.
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