

Gratitud por la “generosa respuesta a la llamada de Dios”, transmitida a través del Papa Francisco, por cuya curación se renueva la oración. Y es una exhortación a seguir los pasos de San José, cuya solemnidad se celebra hoy, 19 de marzo.
Una fe silenciosa, la suya, capaz de generar «coraje» y «creatividad», dócil al designio divino, incluso cuando éste parece «incomprensible e incómodo». Son los deseos expresados por el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización – Sección para la Primera Evangelización y Nuevas Iglesias Particulares, durante la Misa de consagración episcopal en la Basílica de San Pedro de Mons. Samuele Sangalli, arzobispo titular de Zella y secretario adjunto del Dicasterio para la Evangelización, y de Mons. Diego Ramon Sarrio Cucarella, de los Misioneros de África, obispo de Laghouat (Argelia).
«Gasta más energía en los sueños de Dios que en los tuyos propios»
Tras recordar los doce años transcurridos desde el inicio solemne del ministerio petrino del Papa Francisco, el cardenal reflexionó sobre las responsabilidades de los obispos, inspirándose en figuras como San José. El padre de Jesús es, ante todo, un modelo de discernimiento y de acogida de la llamada divina. “Su fe no es un acuerdo pasivo con Dios, sino que lo impulsa a actuar según su voluntad”, subrayó Tagle, comparando esta confianza con el ministerio episcopal. Somos siervos del plan de Dios. A menudo planificamos y esperamos que Él los ejecute. Pero no somos los planificadores, y Dios no es el ejecutor de nuestra voluntad. Confieso que la fe no les facilitará las cosas —añadió, ofreciendo a los nuevos obispos un consejo para afrontar las dificultades: «Duerman como San José. Durante el sueño somos vulnerables, menos controlados y, por lo tanto, más receptivos. Duerman y sueñen los sueños de Dios. Despierten para cumplirlos con obediencia y celo. Dediquen más energía a los sueños de Dios que a los suyos propios. La fe, no el éxito personal, es el motor del ministerio de un obispo».
Ser “con los demás y ser para los demás”
El cardenal también destacó el silencio de José, lleno de gestos de ayuda, cuidado y protección por parte de Jesús: «Es lo único que importa. Sus propias palabras palidecen ante la Palabra más grande. Él puede permanecer en silencio». Del mismo modo, el ministerio episcopal debe dejar espacio a la Palabra de Dios, edificando en lugar de destruir. No nos construyamos a nosotros mismos ni a nuestros reinos. Esto genera demasiado ruido. Proclamemos a Jesús y velemos por la Iglesia, su Cuerpo. Finalmente, Tagle subrayó la fiabilidad de José, “sombra de Dios Padre”, un deber que une a todo obispo. No son “sustitutos” ni “competidores” de la divinidad, sino signos auténticos de su presencia. La homilía concluyó con una invitación a los nuevos obispos: a ser “con los demás y ser para los demás”, convirtiéndose en signos de comunión y de servicio misionero.