El régimen de visados de trabajo de Sudáfrica es laborioso, largo e ineficiente. El proceso disuade la inversión extranjera, amplía la brecha de habilidades y frena la productividad, el crecimiento económico y el desarrollo.
Entre 2015 y 2021, solo 16.097 permisos críticos de trabajadores cualificados fueron aprobados por el Departamento del Interior. Con un promedio de algo más de 2.200 al año, eso equivale a una tasa de rechazo del 52%, para una economía con un déficit considerable de habilidades. La tasa de rechazo de visados de negocios durante el mismo período es aún mayor, con un 68%.
Algunas empresas alemanas han decidido vender sus filiales sudafricanas, ya que no pueden obtener permisos de trabajo ejecutivo. A pesar de la ausencia de trabajadores cualificados, los técnicos no pueden obtener visas de trabajo, lo que contribuye a los problemas de construcción y mantenimiento en los paraestatales de electricidad y transporte del país, ESKOM y TRANSNET.
Los departamentos de interior y trabajo, los dos actores clave en esta ofuscación burocrática, parecen impermeables a lo mucho que socavan los esfuerzos de la Presidencia y otros esfuerzos del gobierno para atraer la inversión extranjera directa y hacer crecer la economía. Desde la decisión del gabinete de 2020 de agilizar el proceso de visados de trabajo, ha habido pocos indicios de ningún movimiento.