San Joaquín y Santa Ana. Una devoción apócrifa (y musulmana)
Los evangelios apócrifos no son falsos sin más, pero trazan una “historia” imaginaria de Jesús, de su madre María y de sus supuestos abuelos maternos (Joaquín y Ana), contraria a la visión de los evangelios canónicos. Un tipo de piedad cristiano no se contentó con la Biblia Canónica (Mateo, Lucas, Marcos, Juan), sino que produjo y recibió una serie de evangelios piadosamente imaginarios de en María, con dos ciclos: Uno de nacimiento (sobre Joaquín y Ana, con la Santa concepción de la Virgen) y otro de ascensión/asunción (con su muerte y subida al cielo). Aquí (en fiesta de Joaquín y Ana) me ocupo del primer ciclo, con su repercusión más musulmana que cristiana.
| X Pikaza Ibarrond
JOAQUÍN Y ANA PROTO‒EVANGELIO DE SANTIAGO (SIGLO III-IV D. C.).
El primero de los ciclos apócrifos de la Virgen está formado por los apócrifos de la fiesta de la Natividad de María. Posiblemente nada de lo que dicen esos apócrifos Virgen sea histórico en sentido crítico, pero es (ha sido) muy importante en sentido devocional. El verdadero “evangelio” del nacimiento de María ha sido el llamado Proto‒evangelio de Santiago. Ha surgido en un contexto judeo-helenista y ha contado simbólicamente la historia de la familia de María, con sus padres (Joaquín‒Ana) y su esposo “virginal” José (padre de los que el NT llama “hermanos” de Jesús). Este evangelio ha marcado la devoción popular mariana, aceptada por la liturgia católica y ortodoxa, que lo toma fácticamente como “texto” base de las fiestas de la Concepción, Nacimiento, Presentación de María en el templo y sus Desposorios con José, desembocado en el nacimiento e infancia de Jesús.
Este evangelio, de tendencia espiritualista (y a veces casi doceta), se centra en la intra-historia de María, signo de la Santidad de Dios, vinculada con el Templo de Jerusalén y con la tradición sacerdotal, davídica, del judaísmo. Así la imaginó el pueblo cristiano, y así la siguieron presentando otros evangelios de la infancia de Jesús (Pseudo-Mateo, Pseudo-Tomás, Evangelio Árabe de la infancia…), que han marcado hasta hoy, el imaginario piadoso (carnal, espiritual) de María. Como he dicho, posiblemente nada de lo que cuenta este evangelio es histórico en el sentido “crítico” de la palabra. No tenemos ninguna razón para pensar que la madre de María se llamaba Ana, ni su Padre Joaquín. Nada nos permite pensar que ella era de Jerusalén, sino galilea de Nazaret… Nada nos permite levantar el velo del misterio de su nacimiento… Pero el pueblo necesita “imágenes claras” y así surgió este evangelio claro y apócrifo de María, un prodigio de piedad “inventada”, con toques de judaísmo sagrado de templo. En ese momento (siglo III-IV d.C.) las cosas se imaginaban “así” y así se creó la leyenda sagrada del Nacimiento de María. Ciertamente, ella nació, pero no sabemos el día, ni el lugar, ni el nombre de sus padres… Ella nació, y su nacimiento se puede recordar con gozo. Nada de lo que dice este Apócrifo parece cierto en sentido crítico. Pero el pueblo cristiano lo imaginó así durante siglos, con aprobación del “papa” de Alejandría, del patriarca de Constantinopla y del pontífice de Roma.
Digo es que es un texto interesante, pero peligroso, pues (por todo lo que podemos deducir de los evangelios canónicos) María no era de familia rica-rica de Jerusalén, ni fue ofrecida ni nació en medio de revelaciones, ni fue ofrecida al templo etc. etc. Pero muchos lo han imaginado así con el Protoevangelio de Santiago, y así podemos imaginarlo por un rato.
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