Para comprender el sentido profundo de la devoción al Inmaculado Corazón de María es necesario recurrir a las Escrituras.
En la Biblia, el corazón no tiene nada que ver con los sentimientos, o, peor, con el sentimentalismo tal como se manifiesta en la cultura contemporánea, en los medios de comunicación o en la literatura. Por desgracia, la devoción al Inmaculado Corazón de María sufre, a veces, de estas representaciones empalagosas. Es desconocer el profundo alcance de esta devoción, que es sobre todo un acto de fe.
El corazón, en la Biblia, es el lugar de la «memoria», en el que se custodian los recuerdos, las ideas, los proyectos y las decisiones. El Eclesiástico 17, 6 afirma que el corazón es dado al hombre para pensar.
Una fe absoluta
El corazón es la fuente de la personalidad de los humanos, donde la historia personal de cada uno encuentra al Señor. Por eso, el corazón es, ante todo, el lugar de la fe (Efesios 3, 17). Vivir según el Evangelio exige recibir la palabra en el propio corazón (Lucas 8, 15), amar a Dios de todo corazón (Mateo 22, 37), perdonar de todo corazón (Mateo 18, 35). Acercarse así y recibir al Señor «manso y humilde de corazón» (Mateo 11, 29) hace que el corazón de los que se encuentran con Él arda (Lucas 24, 32).
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