La publicación de la carta del presidente español Pedro Sánchez cierra la aguda crisis diplomática de casi un año de duración entre Madrid y Rabat pero abre un nuevo frente con Argelia de imprevisibles consecuencias.
El pasado viernes 18 de marzo, a instancias del Palacio Real de Marruecos, una agencia de noticias marroquí publicaba fragmentos de una carta que el Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, le había dirigido al Rey Mohammed VI. A las pocas horas, el Gobierno de España reaccionaba emitiendo un comunicado que señalaba el inicio de “una nueva etapa de la relación con Marruecos basada en el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de acciones unilaterales y la transparencia y comunicación permanente”.
En dicha misiva, dada a conocer en su integridad el 23 de marzo, España asume la propuesta de autonomía marroquí sobre la cuestión del Sáhara Occidental de 2007 y afirma que es “la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”.
De esta manera, se produce, por parte de España, un reconocimiento tácito de la soberanía de Marruecos sobre dicho territorio ocupado y se abandona la posición mantenida hasta la fecha, aproximándose a la posición de EE UU y yendo incluso algo más lejos que Francia y Alemania, al considerar que el plan marroquí es la mejor opción de todas para superar el conflicto.
La carta de Pedro Sánchez deja al descubierto un proceso de toma decisiones caracterizado por su opacidad, ya que, como se ha señalado, el cambio de postura del Gobierno de España fue dado a conocer a la opinión pública española en primera instancia por Marruecos, sin que aún el Gobierno haya explicado de forma detallada los fundamentos y objetivos de su decisión, más allá de salir del impasse con Marruecos generado tras la crisis diplomática y migratoria de 2021 y lograr crear una cooperación estable entre ambos países.