Religiosos como San Agustín y Nicolás Copérnico compaginaron su fe con la ciencia. El Vaticano dispone de su propio observatorio astronómico desde hace casi 500 años
La Iglesia siempre ha mirado al cielo. Es algo que parece obvio, pero también puede resultar curioso, pues se puede mirar al cielo de diferentes formas. En el firmamento podemos buscar el origen del cosmos, el devenir de los tiempos, la vida en otros planetas e incluso a Dios. Podemos buscarlo todo e incluso, el todo.
No son pocos los religiosos que han compaginado su fe cristiana con la ciencia. San Agustín fue ordenado obispo en plena Edad Media. Tenía una particular idea cosmológica sobre la creación y el tiempo, aunque nada que ver con la revolución que causó Nicolás Copérnico, con su De revolutionibus orbium coelestium, al afirmar que la Tierra giraba en torno al Sol. Este monje polaco desmontó la idea bíblica equivocada de que el Sol era quien giraba en torno a nuestro planeta.