Durante la misa en Juba, el prelado pidió: «No más luchas fratricidas»
| Francesca Sabatinelli/Salvatore Cernuzio
(Vatican News).- La visita al campo de Bentiu «fue un puñetazo en el estómago». Hay que ponerse una mano sobre la conciencia porque «no se puede aceptar que en el mundo actual se viva en condiciones como éstas». El cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, regresa a la capital sudsudanesa, Juba, tras pasar un día en el campo de desplazados de Bentiu, a las afueras de la ciudad del mismo nombre, en el Estado de Unity, al norte del país. Un momento intenso, vivido por etapas entre los que ya no tienen nada, si es que alguna vez lo poseyeron. Son las personas desplazadas por la guerra civil del 2013, que estalló sólo dos años después de que el joven Sudán del Sur obtuviera la independencia que duró hasta el 2020.
Es en el Estado de Unity donde nació el vicepresidente, Riek Machar, uno de los protagonistas del conflicto contra el presidente Salva Kiir, y es uno de los lugares que ha visto los combates más intensos, que han producido un número impresionante de desplazados. A ellos, con el paso del tiempo, especialmente desde el 2019, se han sumado los que han huido de sus casas por las inundaciones que, en el 2021, fueron de las peores que vivió este Estado en los últimos años. Una cantidad récord de lluvia inundó todo el territorio, impidiendo a sus habitantes poder vivir, poder cultivar, y provocando la pérdida de cientos de miles de cabezas de ganado.
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