26 octubre 2021 21:33 CEST
Desde su creación en 1945, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha tenido que adaptarse a las diferentes realidades geopolíticas y a los retos que estas suponían para la comunidad internacional. Las situaciones planteadas en su seno han evolucionado con el paso del tiempo, incluyendo conflictos bélicos, procesos de descolonización o catástrofes humanitarias y medioambientales, entre otras.
El sistema de Naciones Unidas se enfrenta constantemente a nuevos retos y prioridades. En la actualidad existe la necesidad de combinar ante una misma situación personal civil, militar y policía civil para dar una respuesta integral y más coordinada a los problemas que puedan ir surgiendo. Si a esto le añadimos el trabajo con otros actores tales como los Gobiernos, organizaciones no gubernamentales y los ciudadanos, nos encontramos ante un vasto campo de actuación.
Las situaciones a abarcar van desde el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, la protección de los derechos humanos, la distribución de ayuda de emergencia, el apoyo al desarrollo sostenible y a la acción climática o la defensa del desarrollo internacional.
El sistema ha demostrado, si bien no siempre al ritmo de la acelerada evolución de los tiempos vertiginosos en los que vivimos, flexibilidad y capacidad de adaptación a pesar de la rigidez de sus procedimientos administrativos.
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Sin embargo, una organización concebida para otra época tiene una serie de disfuncionalidades que aparecen con los años. Entre ellas destacan la burocracia y el Consejo de Seguridad.
La ONU está integrada hoy por multitud de agencias y organismos dependientes que cuentan con un presupuesto de funcionamiento para el año 2021 de 3 231 millones de dólares. De acuerdo con la resolución de la Asamblea General 75/591, el total del personal de la ONU a nivel mundial, entre Secretaría y entidades conexas, a 31 de diciembre de 2019 era de 77 620.