Aplaudido por su talento y querido por sus gestos y declaraciones. El mundo del deporte llora hoy su pérdida.
El básquet mundial, y el deporte en general, está de luto. Kobe Bryant falleció en un accidente aéreo en un helicóptero privado. Junto a él otras ocho personas, entre ellas su hija de 13 años. Uno de los jugadores de baloncesto más importantes de todos los tiempos, un hombre tan aplaudido por su descollante talento y competitividad, como querido por sus gestos y declaraciones en todo el mundo, más allá de las fronteras NBA.
Cinco veces campeón de la NBA, top 5 entre los máximos anotadores de todos los tiempos, bicampeón olímpico, Bryant vivió de niño en Italia, acompañando la carrera deportiva de su padre, basquetbolista como él. Hablaba además de su lengua nativa el italiano y el español, y eran un hombre puente entre el básquet NBA y el mundo FIBA, cuyas reglas rigen en el resto del mundo.
Su condición de galáctico atraía la atención mediática sobre su vida privada, que no estuvo exenta de escándalos. A los 25 años, Bryant engañó a su esposa con una joven, quien además le acusó de abuso deshonesto. Criado en la fe católica, la Mamba Negra recordó tiempo después que en el medio de esa crisis un diálogo con un sacerdote le provocó un quiebre en su vida. “Me miró y me dijo: ‘¿Lo hiciste?’ (por los abusos). Y le dije: ‘Claro que no’. Entonces me preguntó: ‘¿Tienes un buen abogado?’. Y yo le dije: ‘Sí, es un fenómeno’.Entonces simplemente me dijo: ‘Déjalo pasar. Ve para adelante. Dios no te va a dar nada que no puedas manejar, y está todo en sus manos ahora. Esto es algo que no puedes controlar. Así que déjalo pasar’. Y fue el momento de quiebre”.