En vez de priorizar una política integral y solidaria respecto a la migración, la UE prefiere seguir confiando las fronteras exteriores a países como Marruecos, dispuestos a provocar una crisis humanitaria y migratoria para satisfacer sus intereses políticos.
Esta semana hemos vivido una crisis sin precedentes en la frontera sur española, después de que cerca de 8 000 personas entraran en Ceuta a través de los espigones fronterizos ante la pasividad e incluso con la cooperación de las autoridades marroquíes. Esta actitud ha sorprendido a algunas personas, habida cuenta del papel del Estado alahuí como “socio clave, modelo y fiable” en el control de la presión migratoria.
Sin embargo, la instrumentalización que de este papel viene haciendo la monarquía marroquí para presionar a España no es nueva, por mucho que ahora algunos sectores quieran hacerlo parecer.
El papel de Marruecos en el control de los flujos migratorios
Marruecos es el destinatario principal de los fondos europeos en la región mediterránea destinados a políticas de vecindad, y es el socio meridional con unas relaciones más desarrolladas.
Según un estudio realizado por la Fundación por Causa, en diciembre de 2019 Marruecos recibió 389,9 millones de euros “como parte de su apoyo a las reformas, el desarrollo inclusivo y la gestión de fronteras, dentro del marco de la «Asociación Euro-Marroquí para la Prosperidad Compartida”, y “101,7 millones de euros de fondos prometidos en 2018 para combatir la inmigración ilegal y la trata de personas”.