“Hay que arreglar el conflicto del Sáhara” y entonces “llegará el día de reabrir el asunto de Ceuta y Melilla”. Son palabras del el entonces primer ministro marroquí Saadedin al Othmani en 2020. Estas declaraciones no son una excepción en Marruecos. El presidente del Senado, Enaam Mayar, aseguró hace unos días que ambas ciudades serán recuperadas “sin recurrir a las armas”, aunque después matizó sus palabras.
Marruecos no lo dice oficialmente, pero aspira a controlar Ceuta y Melilla. Es un plan a largo plazo: el rey actual, Mohamed VI, ha consagrado su reinado a consolidar el control sobre el Sáhara Occidental, y no deja de dar pasos en esa línea. El más importante en el último año ha sido conseguir que España se ponga de su lado en el conflicto. Pero mientras tanto, usan la asfixia económica, la presión migratoria y influencia cultural y religiosa para mover ficha también en las ciudades autónomas.