Ricardo Gutiérrez Barba, Universidad de Guadalajara/ February 23, 2023 7.42pm SAST
Las religiones intentan ganar adeptos para su principal producto: la fe.
Comúnmente asociamos la mercadotecnia (o marketing) con anuncios de zapatos, ropa, comida, smartphones. En fin, con productos y servicios que consumimos regularmente. Como el hospedaje en un hotel, un dentista, los servicios de fontanería o un buen abogado para que nos saque de apuros.
También se suele mencionar que la mercadotecnia es la herramienta para incrementar las ventas de las empresas en medio de un feroz ambiente de mercantilismo.
Ante esta situación, ¿cómo se puede hacer publicidad de temas tan espirituales como el pecado, la reencarnación o la santidad? ¿Hay espacio para el marketing en asuntos tan intangibles y espirituales como la religión?
Por supuesto que no hablamos aquí de un Papa o un Dalai lama anunciando un nuevo auto o una cerveza sin alcohol en televisión o redes sociales.
Se trata de comprender si es posible que las religiones hagan uso de las técnicas de marketing.
Los humanos, por naturaleza, estamos en constante búsqueda para satisfacer nuestras necesidades: sentimos la carencia del agua e inmediatamente bebemos líquidos que nos hidraten, tenemos hambre y comemos. Ante una necesidad, buscamos la forma de saciarla.
El psicólogo estadounidense Abraham Maslow explicó de manera gráfica, a través de una pirámide, cómo se agrupan las necesidades en niveles jerárquicos: comenzando con las necesidades fisiológicas y desde lo más básico, como el alimento y la seguridad, hasta situaciones de autoestima y realización personal, como la fama y el reconocimiento social.
Así como para un pastelero la materia prima de su trabajo es la harina, en el marketing la materia prima son las necesidades humanas, que son motivadas y activadas mediante sutiles técnicas y mensajes de persuasión.
Si la religión intenta satisfacer necesidades, ¿de qué manera lo hace?
Artículo completo: Marketing religioso