23/11/2020
Para el quinteto de coroneles en el poder, que fueron los autores del golpe de Estado del 18 de agosto, el periodo de gracia fue efímero. La euforia de los primeros días dio paso a la espera, y luego a la inquietud. Supuestamente ha venido a devolver el orden político e institucional. ¿Está la junta a punto de crear desorden?
La política maliense es un verdadero rompecabezas, todas las reversiones de última hora, la combinazione, alianzas antinaturales son posibles. Nadie puede ser puesto en una celda, nada es maniqueo, lo que aparece claramente en el momento T puede confundir unas horas más tarde. Para intentar descifrar la situación extremadamente volátil actual y levantar una esquina del velo sobre las verdaderas motivaciones de este golpe de Estado, es necesario pues atenerse a los hechos.
Desde el primer día, el Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP), encabezado por el coronel Assimi Goïta, tiene oro en sus manos: apoyo popular masivo, tanto en Mali como en la subregión. Los soldados son recibidos como héroes por haber despedido a un presidente denunciado en la calle y haber puesto así fin a una crisis política e institucional que se prolongaba desde junio. Incluso los malienses del interior del país, que viven sin ninguna presencia del Estado y que no suelen preocuparse mucho por los acontecimientos y juegos políticos de Bamako, comienzan a esperar el regreso de los servicios públicos -ayuntamiento, salud, educación- en sus respectivas regiones.
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