La necesidad de contar las historias no contadas de los luchadores por la libertad de Zimbabue durante la guerra de liberación de este país, y especialmente su vínculo con la espiritualidad.
por Naseemah Mohamed
La necesidad de contar las historias no contadas de los luchadores por la libertad de Zimbabue durante la guerra de liberación de este país, y especialmente su vínculo con la espiritualidad.
por Naseemah Mohamed
La guerra de liberación de Zimbabue se desarrolló entre 1964 y 1980 en el marco de un contexto histórico global de alianzas políticas e ideológicas cambiantes, lo que en parte la propició. Se produjo durante la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y China apoyaron los movimientos de liberación en todo el continente africano.
Mi investigación sobre la educación durante la guerra me llevó a entrevistar a algunos de los veteranos de la Unión del Pueblo Africano de Zimbabue (ZAPU, por sus siglas en inglés), uno de los dos principales movimientos independentistas, entrenado por la Unión Soviética y sus aliados africanos y europeos. Si bien la literatura académica anterior ha descrito dicha formación como meramente militar o como «adoctrinamiento político», los veteranos de la lucha por la independencia a los que entrevisté demostraron un compromiso crítico, creativo y elaborado con las diversas ideologías y tradiciones (indígena africana, cristiana, capitalista, socialista) a las que habían estado expuestos, así como una implicación con la integración de todas ellas.
La ZAPU fue fundada en diciembre de 1961, después de que el gobierno de Rodesia prohibiera a su partido precursor, el Partido Nacional Democrático (NPD). Aunque el partido se mantuvo en la vanguardia de la lucha por la liberación, en 1963 se escindió y su vástago, la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU), siguió siendo un partido rival de la oposición durante toda la guerra y, finalmente acabó llegando al poder, dirigido por Robert Mugable. El ZANU se alineó con la China maoísta y tenía su base en Mozambique, dominando la lucha guerrillera a lo largo de la frontera oriental del país, mientras que los reclutados de la ZAPU viajaban a Botsuana y eran trasladados en avión a Zambia, donde se ubicaron sus campos de refugiados, escuelas ad hoc y bases de entrenamiento militar. Las relaciones establecidas entre el presidente de la ZAPU, Joshua Nkomo, y los líderes antiapartheid durante sus años de estudio en Sudáfrica, los objetivos antiapartheid compartidos por los partidos y la proximidad geográfica de los países que compartían frontera hicieron que la ZAPU se alineara con el Congreso Nacional de Sudáfrica y a menudo se entrenara con sus combatientes.
Para seguir leyendo: https://umoya.org/2023/03/06/los-dioses-de-la-liberacion/