Grâce Maroy tiene una misión importante. Sentada en el suelo de su habitación con una cartulina amarilla sobre sus piernas, no solamente está escribiendo una pancarta para concienciar a los congoleños de los peligros del coronavirus; también está marcando el siguiente paso de un movimiento ciudadano, el más poderoso en la República Democrática del Congo, que ha decidido poner el bienestar del pueblo en el centro de atención.
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