Solo la cooperación internacional permitirá que los grupos vulnerables de los países en desarrollo puedan hacer frente a la enfermedad y a la falta de recursos económicos agravada por la pandemia.
Es habitual leer que, si exceptuamos el impacto de las dos guerras mundiales y la Gran Depresión, la covid-19 ha provocado una recesión sin precedentes en el último siglo y medio. Lo que no resulta tan frecuente es que se escuchen voces que denuncien que la crisis actual perjudica en mayor medida a la población más vulnerable de los países en desarrollo.
Y, sin embargo, es descorazonador comprobar que, por primera vez en décadas, la pobreza extrema aumentará en 100 millones de personas.
Además, se ha producido una caída de la renta per cápita en más del 90 % de los países en desarrollo. La mitad de estas economías revertirá los avances de los últimos cinco años o más y una cuarta parte perderá todo el progreso realizado desde 2010.