En los brotes de viruela del mono recientes, por primera vez, la mayoría de los casos han sido detectados en hombres jóvenes que no han viajado a África y que han manifestado tener sexo con hombres. Pero, ojo, porque esto no significa que el virus sólo se transmita en relaciones sexuales entre hombres.
Desde hace unas semanas hemos asistido, tanto en la comunidad científica como en los medios de comunicación, a un interés creciente por los brotes de la viruela del mono (MPX por sus siglas en inglés, Monkeypox) que han aparecido en diferentes países.
Se da la particularidad de que, por primera vez, la mayoría de los casos han sido detectados en hombres jóvenes que no han viajado recientemente África (donde es endémica) y que han manifestado tener sexo con hombres. Pero, ojo, porque esto no significa que el virus sólo se transmita en relaciones sexuales entre hombres. Y comunicándolo erróneamente corremos el peligro de estigmatizar a un sector de la población, como ya ocurrió con el virus del sida.
La situación generada por la viruela del mono ha hecho que volvamos la vista atrás, a hace unos dos años y medio, cuando comenzamos a escuchar hablar del SARS-COV2 sin darle demasiada importancia. Sin embargo, la situación generada por la MPX es bien distinta.
Para empezar, el virus de MPX (MPXV) es un virus de ADN de doble cadena envuelto que pertenece al género Orthopoxvirus de la familia Poxviridae, identificado por primera vez en humanos en 1970 en la República del Congo. La transmisión puede ser zoonótica (de animal a humano) o entre personas.
La transmisión zoonótica se produce por contacto directo o indirecto con animales vivos o muertos, siendo por ahora el principal factor de las infecciones humanas por MPX. Esto puede ocurrir por mordedura o arañazo, en la preparación de la carne para su consumo o por contacto directo con fluidos corporales o lesiones de un animal infectado. Comer carne inadecuadamente cocinada de un animal infectado es un posible factor de riesgo adicional.
La transmisión de persona a persona es rara y, al igual que en la viruela (enfermedad erradicada hace más de 40 años), se produce principalmente a través de partículas respiratorias en forma de gotitas. De ahí que suela requerir un contacto prolongado cara a cara. Sin embargo, también se contagia por contacto con lesiones cutáneas de una persona infectada u objetos recientemente contaminados, como ropa de cama o de vestir.