Autor: Miguel Ángel García Vega
Fecha: 02 jun 2024 – 05:30 CEST
La pregunta flota en el aire. Cambian de dirección los vientos entre dos países que acumulan encuentros y rechazos. ¿Podría el hidrógeno verde, en el que tanta fe tiene España, reducir la dependencia del gas argelino? Es de noche. Las estrellas parecen iluminadas como viejos candiles. Este país ha depositado una enorme esperanza en el elemento químico más abundante del universo. Una sola voz en la extensa tabla periódica: H2. A su lado, un adjetivo: verde. Los proyectos futuros se dispersan al igual que constelaciones. Camp de Tarragona, Andorra y Monzón (Aragón), Muskiz (Euskadi) o Torrelavega (Cantabria). El propósito es electrificar la industria con esta energía limpia. Pero los sueños viven en los cielos, los números aterrizan sobre la tierra.
El gas argelino supuso el año pasado, aproximadamente, un 30% de todo el que importó España; casi 95 teravatios hora (TWh) en forma gaseosa y unos 21,5 TWh como gas natural licuado (GNL). Si se sustituyese por hidrógeno verde, supondría generar unos 18 gigavatios (GW) de electrolizadores. “Tendrían que funcionar 8.000 horas, lo que implica que necesitamos energías renovables durante todas las horas del año”. Son los cálculos de un consejero de una energética del Ibex 35, que pide el anonimato. Y añade: “Haría falta sobredimensionar las renovables elevando sus costes”. Esas cifras, las vuelve a visitar, Millán García-Tola, director de H2 de Iberdrola. España importa unos 100.000 GWh/año de gas natural procedente de Argelia. Casi todo el hidrógeno que se consume (600.000 toneladas anuales) se obtiene produciendo gas natural contaminante. De hecho, su producción (30.000 GWh por año de gas) genera seis millones de toneladas de CO2 anuales. “Si fuésemos capaces de reemplazar ese hidrógeno gris contaminante, por verde, reduciríamos un 30% nuestra dependencia argelina y dejaríamos de emitir a la atmósfera una cantidad importante de dióxido de carbono”, sintetiza.
Pero sin ayudas, a día de hoy, los números fallan. Los cálculos del alto ejecutivo de Ibex alertan que para 2030 habrá, como mucho, 3 GW de electrolizadores en España. Esa cantidad puede remplazar un 16% del gas natural argelino. Detrás del porcentaje, una geoestrategia clara. El hidrógeno verde primero debe ser una solución industrial in situ para España; después, a largo plazo, podría plantearse exportarlo. Hoy el único lugar donde puede funcionar un business case para el hidrógeno verde es en la industria del refino y eso exige una prima regulatoria. Sin ella resulta imposible competir con el gas. El precio del H2 verde oscila entre 5,5 y 6 euros por kilo con apoyo financiero, unos 8 euros sin él; está muy lejos del H2 gris, que varía de 1,5 a 2,5 euros el kilo. Hay que reducir ese coste superior. ¿Cómo? “Con acciones regulatorias a largo plazo que fomenten la demanda, la materialización de las ayudas previstas, y agilicen la tramitación de las plantas de H2″, resume el directivo de Iberdrola.
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