Por Mario Osava
– La pandemia de la covid-19 acentuó las crisis mundiales que ya eran visibles antes y el reconocimiento de una economía disfuncional e impulsora de sociedades muy desiguales, lo que favorece otros caminos, temores y esperanzas, pero el futuro sigue siendo una incógnita.
Es imposible prever los cambios que resultarán de esa tragedia, porque “son demasiadas las variables e interacciones no controlables”, justificó el economista brasileño Ladislau Dowbor, profesor de posgrado de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo.
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La mala distribución de la riqueza mundial erosiona las defensas de la sociedad, reconocen hoy incluso economistas liberales. Eso se evidenció en las epidemias anteriores, en los desastres ambientales.