Habla el filósofo Francesc Torralba, director de la Cátedra Ethos
La serenidad no es la alegría. En estos momentos, reconoce este pensador, ”se puede estar alegre si somos capaces de reconocer los bienes que nos han sido dados”.
La alegría no se puede imponer, ni menos aún exigir de un modo imperativo. Nace, fluye y se manifiesta de un modo espontáneo”. Nos lo revela desde Barcelona el filósofo y teólogo Francesc Torralba director de la Cátedra Ethos de Ética aplicada de la Universidad Ramon Llull.
–¿Se puede estar alegre cuando el mundo se ha oscurecido con el COVID-19?
–Francesc Torralba: No cabe duda de que la alegría no es ajena a la circunstancia que vivimos. Somos seres permeables, contextuales, de tal modo que lo que ocurre en nuestro entorno inmediato nos afecta y altera nuestro estado de ánimo.
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