De rodillas, con los ojos vendados, participan en una ceremonia en la localidad de Matanzas. Escuchan las bendiciones en yoruba, una lengua traída por esclavos africanos hace más de cuatro siglos.
Los problemas económicos y la pandemia impulsan en este país a cada vez más jóvenes hacia las religiones, incluida esta, nacida como hermandad de protección entre los esclavos explotados como estibadores en el puerto de La Habana hace 200 años.
Con un gallo en la mano, El Ireme o «diablito» quita las impurezas a los novatos. Pasa el ave por el cuerpo de los arrodillados para eliminar lo malo, antes de que ingresen al cuarto sagrado donde se realiza la ceremonia secreta de juramento.
