Necesitamos personas que crean y se comprometan con la humanidad
| Alberto Ares director del Servicio Jesuita a Refugiados – JRS Europe
La inseguridad se va instalando en nuestras vidas, pero ¿esto fue siempre así? Sin remontarnos a los orígenes, la época anterior a la Primera Guerra Mundial se conocía como la edad de oro de la seguridad. El siglo pasado fue un tiempo duro en el que Europa y muchos rincones del mundo vieron violentados sus derechos, su libertad y su seguridad, incluso con brutales genocidios. El orden establecido después de la Segunda Guerra Mundial y los nuevos organismos internacionales nos acompañan hasta la actualidad. Pero el mundo de hoy, especialmente la Europa que se vislumbra tras la guerra en Ucrania, vuelve a tambalearse, y en el futuro aparecen nubarrones que parece no dejarnos ver un mañana esperanzador.
Llevamos décadas contemplando un cambio en la geopolítica mundial que cada día se hace más patente, con un debilitamiento del viejo continente en favor de otras potencias que no solo ponen en cuestión las organizaciones que se crearon en 1945, y en las cuales no creen, sino que plantean otra escala de valores y de relación con el poder. La guerra en Ucrania pone encima de la mesa un intento de “órdago a la grande” al orden global, que parece saltar por los aires.
Vivimos además un periodo de inestabilidad que es difícil de cuantificar. Una pandemia que ha golpeado a toda la humanidad, crisis en el abastecimiento de alimentos, problemas de suministro en la energía, subida de precios de las materias primas, el debilitamiento de la democracia y un auge de las autocracias, el afianzamiento de un mundo multipolar e interconectado, y ante muchas de estas calamidades, el continuo éxodo de los más vulnerables que llaman a la puerta de nuestras sociedades opulentas.