«Necesitamos un cambio profundo, una conversión que desmilitarice los corazones»
«En la vejez seguirán dando fruto«. El salmista da título al mensaje de Francisco para la jornada de los Abuelos y los Ancianos, que se celebrará el próximo 24 de julio. Una jornada promovida por el Papa para reconocer -como lleva décadas haciendo Mensajeros de la Paz– la misión de nuestros mayores en la Iglesia y la sociedad. «Queridas abuelas y queridos abuelos, queridas ancianas y queridos ancianos, en este mundo nuestro estamos llamados a ser artífices de la revolución de la ternura. Hagámoslo».
«Los ancianos no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. ¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a sus abuelos!«, subraya el Pontífice.
«Esto va a contracorriente respecto a lo que el mundo piensa de esta edad de la vida; y también con respecto a la actitud resignada de algunos de nosotros, ancianos, que siguen adelante con poca esperanza y sin aguardar ya nada del futuro», constata Bergoglio, que arranca, provocativo, su mensaje: «La ancianidad a muchos les da miedo. La consideran una especie de enfermedad con la que es mejor no entrar en contacto».
Es la cultura del descarte, en la que «los ancianos no nos conciernen —piensan— y es mejor que estén lo más lejos posible, quizá juntos entre ellos, en instalaciones donde los cuiden y que nos eviten tener que hacernos cargo de sus preocupaciones», denuncia el Papa, que «autoriza a imaginar caminos separados entre “nosotros” y “ellos”».