Recuerdo que ahora hace un año un compañero de profesión me comentaba en Nairobi que era contradictorio que miles de trabajadores informales corearan a William Ruto como la alternativa al poder en Kenia. “Si precisamente está proponiendo establecer un sistema de impuestos eficaz que les vendría mal al bolsillo porque tendrían que tributar”. Ruto les llamaba Hustlers y fue en parte gracias a ellos que llegó a la presidencia. El 95% de los trabajadores son informales, es decir: o ganan lo que producen o venden al margen de la ley, con pequeños negocios que les dan de comer al día, sin ningún tipo de contrato o seguridad laboral ni económica. Vamos, que se ganan la vida como pueden.
Bueno, pues mi amigo tenía razón. A finales de junio, Ruto consiguió aprobar un nuevo plan para aumentar impuestos y recaudar hasta un 17% el año que viene. Algunas de las medidas más criticadas han sido pasar del 8 al 16% en el IVA a la gasolina y crear un impuesto para la vivienda del 3% como mínimo, seas quien seas. Ahora, también se dirige a las rentas altas del país: quien cobrase más de $3,500 dólares pagaría el 32,5% y más de 5.000 dólares un 35%. A ello se le suma un 2,5% de impuesto para financiar un seguro sanitario.
Una semana después, el líder de la oposición utilizó la aprobación para reanudar unas protestas terribles. De miércoles a viernes, la violencia se volvió a desatar y hasta 15 personas han muerto en lo que llevamos de mes, con colegios cerrados y un daño que una empresa privada calcula en 20 millones de dólares. Pero más allá del dinero, las vidas son lo más importante y las protestas me hacen una reflexión.
Cuando he ido a África, lo primero que he pensado que diferencia las ciudades y entornos de Europa son los servicios públicos: infraestructuras, vivienda, saneamiento, etc. Más de una vez he pensado que eso sólo se arregla con impuestos, pero a su vez siempre he pensado: ¿cómo vas a recaudar si tu gente no está ni en el sistema formal? ¿Cómo recaudar si no tienes una seguridad social eficiente, gente registrada y unos servicios por los que merezca pagar? Esta ronda de protestas no es nueva en Kenia y podríamos hablar también del oportunismo tribal de un anciano Odinga que no acepta todavía haber perdido por quinta vez unas elecciones presidenciales. Ahora, la realidad es que va más allá de eso y habla de la dificultad para desarrollarse a base del tan repetido Estado de bienestar que damos por hecho aquí en España.