Fecha: 18 DIC 2024 – 05:30 CET
Autor: Èlia Borràs
Sangandé Souré, directora de la escuela Secteur 10 C de Koudougou, capital de la región centro-oeste de Burkina Faso, trabaja junto con el presidente de la asociación de familias para construir una base de cemento sobre la que instalarán el mástil para izar la bandera de Burkina Faso. Es un miércoles de octubre al mediodía, los alumnos están almorzando y el sol cae en picado. Cualquier actividad a estas horas se convierte en un gran esfuerzo.
“Hay muchas ventanas, por esto no tenemos calor”, explica Ariel Bassolé, de 11 años, el primer alumno en regresar tras la pausa para comer. La escuela fue diseñada por el arquitecto David Demange, de la ONG Le Soleil dans la Main, quien, inspirándose en el ganador del Premio Pritzker 2022, el burkinés Francis Kéré, o en el catalán Albert Fauss, busca adaptarse a los retos climáticos del Sahel, comenzando por el calor extremo.
El pequeño Ariel tiene razón: según un estudio liderado por el ingeniero térmico de la ONG, Guillaume Renault, la temperatura de la escuela bioclimática es dos grados inferior a la de las convencionales sin necesidad de aire acondicionado o ventilador. En gran parte gracias a un sistema de ventilación en el que el aire frío —que pesa más que el caliente— entra por las aperturas inferiores empujando el aire caliente hacia las salidas del techo. En las escuelas clásicas, normalmente solo hay una ventana situada al medio de la pared lateral.
La temperatura de la escuela bioclimática es dos grados inferior a la de las convencionales sin necesidad de aire acondicionado o ventilador.Otro gran avance es el aislamiento, gracias a un doble techo que permite la salida del aire y mantiene el espacio más fresco al evitar el impacto directo de los rayos del sol. Cuando levanta la cabeza, Ariel ve arcos de ladrillos de tierra tradicionales y sobre ellos una estructura de hierro que sostiene una plancha metálica que protege los ladrillos de la lluvia y se prolonga más allá de las paredes del edificio, para crear sombras. Esta plancha está cubierta de un trenzado de séko, una hierba que la etnia peul utiliza en sus casas. “Lo vi en Bam (provincia de Burkina Faso) y ahora lo utilizo para los tejados”, asegura Demange.