Hay un proverbio inglés que dice que cada nube tiene un halo de plata. Es su forma poética de expresar el español «no hay mal que por bien no venga». Ese intento de ver el lado bueno de una tragedia es lo que hace hoy gran parte de la comunidad internacional. La crisis de la covid-19 va a duplicar el número de hambrientos agudos hasta los 265 millones y empujará a 60 millones de personas a la pobreza extrema en este 2020. Lo dijo Achim Steiner, el administrador del PNUD, hace ahora tres meses: se van a perder dos décadas de progresos. Un retroceso que ya ha comenzado, según ha constatado la oficina que dirige. El índice de desarrollo humano ha caído por primera vez desde que se comenzó a medir de forma estandarizada en 1990. Y estos son solo unos pocos ejemplos de las numerosas advertencias y pronósticos funestos que han lanzado la ONU, las ONG y demás actores del mundo del desarrollo. Con un nubarrón tan grande sobre la humanidad, ¿dónde está el destello de esperanza?
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