Francisco cerró su visita relámpago a Matera con el rezo del Angelus, en el que volvió a recodar la guerra en Ucrania, clamó por el fin de la violencia en Myanmar y la liberación de los sacerdotes y agentes de pastoral secuestrados en Camerún. Al tiempo, recordando la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, que hoy se celebra, invitó a construir «un futuro en el que cada persona encuentre su lugar y sea respetada; donde los migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata puedan vivir en paz y con dignidad».
Al término de la misa, el Papa quiso «daros las gracias a todos los que habéis participado en representación del Pueblo de Dios que está en Italia», especialmente al cardenal Zuppi y a la comunidad de Matera-Irsina. Dirigiéndose a María, Francisco le encomendó «el camino de la Iglesia en Italia, para que en cada comunidad se sienta el perfume de Cristo Pan vivo bajado del Cielo. E invocamos su materna intercesión para las necesidades más urgentes del mundo».
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Finalmente, recordando el lema de la jornada del migrante, ‘Construir el futuro con los migrantes y refugiados’, Francisco clamó por «renovar nuestro compromiso de construir el futuro según el proyecto de Dios: un futuro en el que cada persona encuentre su lugar y sea respetada; donde los migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata puedan vivir en paz y con dignidad».