| Pedro Miguel Lamet
Estos días vivimos en un contexto de muerte. El continuo bombardeo de cifras nos estremece, muerde en nuestro subconsciente aumentando una sensación de miedo e inseguridad. Las noticias se interpretan desde una óptica materialista. Nos hemos rodeado de tales valores, que lo que importa es la apariencia, el poder, la juventud, el placer y el dinero, disfrutar de lo inmediato. No hay otra óptica ni otros intereses.
Sin embargo tenemos otra manera de mirar detrás de esas noticias. Por ejemplo, dos aspectos son liberadores contemplados desde el despertar interior: el silencio y el vacío. Pueden verse en la ausencia de ruido de nuestras calles y la sensación de vacuidad en nuestro entorno. De pronto un mundo dominado por el ruido de los automóviles, la música estridente, los impactos de los medios y redes sociales, el martilleo de la publicidad, la obsesión por el consumo o la sexualidad, viajes y artilugios, empezamos a escuchar el silencio. Todo se ha detenido y el mundo ha entrado por obligación en un tremendo sigilo, donde vuelve a escucharse el sonido del viento, los pájaros, la lluvia, el mar, y sobre todo de uno mismo.
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