La gran novela experimental de Joyce no solo no ha envejecido, sino que nos recuerda la importancia de romper las convenciones y buscar nuevas maneras de narrar el mundo que nos rodea.
Este 2 de febrero, la alabada y repudiada novela Ulises (1922) de James Joyce cumple 99 años. ¿Ha envejecido bien? Y ¿cómo podemos leer Ulises, una novela caracterizada por su exigencia formal y temática, hoy en día, en la era de la información rápida, extremadamente visual y fácil de consumir?
El argumento de Ulises es aparentemente sencillo: el dublinés Leopold Bloom pasea sin rumbo un día cualquiera de su vida, el 16 de junio de 1904. Establecido como el Bloomsday, el 16 de julio se celebra ahora en Dublín congregando a aficionados de Joyce de todo el mundo que repiten las peripecias del protagonista.
La estructura de la novela sigue la misma que la clásica Odisea de Homero, y cada capítulo corresponde a un canto del poema épico. Los personajes, símbolos, temas y metáforas tienen también su correlato homérico: la búsqueda del padre y del hijo, la compasión, y la búsqueda del sentido como un viaje heroico, llevado en Ulises a la mundanidad de la vida cotidiana.
Cada capítulo, además, está escrito siguiendo un estilo literario distinto, imitando y hasta parodiando modas y tendencias literarias, incluido el monólogo interior, sello modernista por excelencia.