Junio 4, 2020
“Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40).
Me estremece esta palabra y me invita a entrar dentro de mí descalza para poder introducirme en la realidad de los demás con respeto sagrado. Calzado son, para mí, los prejuicios, juicios, exigencias…etc.
La Palabra me bautiza constantemente y me sacraliza, por eso me causo un profundo respeto: Soy tierra sagrada.
Al darme cuenta de esta realidad se me salen los zapatos de los pies para poder entrar en mi santuario interior descalza. Allí me espera el Señor Jesús para recordarme que lo que haga conmigo misma, con él lo hago, y con todos los hermanos.
¿Qué hago conmigo misma? Entro en mi aposento y pido al Señor luz para mí, transparencia ante él. Deseo verme por dentro para conocerme tal como soy; sin componendas y sin componentes, en verdad, con humildad, en pobreza. Sin disculparme, sin engañarme, porque es muy fácil que todo esto me suceda y no me de cuenta.
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