

Francisco repasa, en la bendición ‘Urbi et Orbi’, los conflictos de la ‘guerra mundial a pedazos
Ya es Navidad en todo el mundo. El Niño Dios ha nacido, un año más, llenando el mundo de esperanza. Una esperanza que ha de traducirse en el fin de los conflictos bélicos, en esa ‘tercera guerra mundial a pedazos’ que tantas veces ha denunciado el Papa Francisco, y cuyos ecos quiso reivindicar, desde el balcón de las bendiciones, en la tradicional (y hoy, lluviosa) bendición ‘Urbi et Orbi’.
«El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo», proclamó Francisco. «Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida»
Un diálogo especialmente necesario, junto a la confianza y la esperanza, en estos tiempos de coronavirus, donde «se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar».