«Es triste escuchar que el uso de fondos comunes se propone como solución para construir muros»
«Hermanas, hermanos, sus rostros, sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas». Mitilene se ha ‘engalanado’, si es que así puede llamarse a colocar iluminación y limpiar (en todos los sentidos) las callejuelas en el campo de refugiados de Lesbos, adonde el Papa Francisco llegó esta mañana, rememorando su histórica visita, cinco años atrás, que despertó la conciencia dormida de una Europa que hoy, lamentablemente, sigue cerrando los ojos a esta realidad.
Ayer, y siempre, ha sido Siria, África. Ahora se suma el drama de Afganistán, lugar de procedencia del 60% de los hombres y mujeres que, arriesgándolo todo, tratan de alcanzar el supuesto Edén del Viejo Continente, atravesando el Mediterráneo, un mar de civilización que se ha convertido en un monstruo de muerte y olvido. No para el Bergoglio que dice esto:
«No escapemos rápidamente de las crudas imágenes de sus pequeños cuerpos sin vida en las playas. El Mediterráneo, que durante milenios ha unido pueblos diversos y tierras distantes, se está convirtiendo en un frío cementerio sin lápidas. Esta gran cuenca de agua, cuna de tantas civilizaciones, ahora parece un espejo de muerte. ¡No dejemos que el mare nostrum se convierta en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos! No permitamos que este “mar de los recuerdos” se transforme en el “mar del olvido”. Les suplico: ¡detengamos este naufragio de civilización!»
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