Autor: Amparo Cuesta
En el 2023 acabamos de terminar la COP28. Otra cumbre que no deja feliz a casi nadie excepto a aquellos que siguen defendiendo a toda costa sus riquezas, aunque eso cambio climático puede ser la mayor amenaza a la seguridad nacional e internacional a la que el mundo se ha enfrentado. Ya en febrero de 2021, el Secretario General de la ONU, António Guterres informó al Consejo de Seguridad que el cambio climático es un “multiplicador de crisis” que tiene profundas implicaciones para la paz y la estabilidad internacionales.
Existen 16 millones de personas que son desplazadas cada año por desastres relacionados con el clima. Sin acceso a alimentos, agua y necesidades básicas, pueden fácilmente ser víctimas de grupos depredadores que explotarán su vulnerabilidad y los obligarán a realizar actividades que amenazan la paz y la estabilidad. Y esta probabilidad de tener que desplazarse en res puesta a un desastre natural es un 60 por ciento mayor que hace 40 años, según la Organización Internacional para las Migraciones. Para 2050 se estima que el empeoramiento de los impactos climáticos podría generar 140 millones de nuevos migrantes del África subsahariana, el sur de Asia y América Latina.
Los muy pobres a menudo viven y trabajan en zonas de alto riesgo, dependen de medios de vida dependientes del clima (como la agricultura de subsistencia) y tienen pocos activos o re cursos para hacer frente a los desastres y las crisis recurrentes y responder a ellos. Los agravios pueden intensificarse por desastres naturales que aumentan la escasez de recursos o causan desequilibrios más agudos entre áreas de escasez y abundancia. Y estos trastornos causados por los desastres naturales, pueden presentar oportunidades económicas para la actividad criminal, mientras que su impacto devastador en los medios de vida puede obligar a las personas a unirse a grupos criminales que explotan esta vulnerabilidad.
De los 20 países más sensibles al cambio climático, 12 ya enfrentan conflictos violentos. El cambio climático no hará más que exacerbar las tensiones sociales, económicas y étnicas existentes en estos y otros países.
En la República Centroafricana (RCA), la inestabilidad política combinada con la escasez de recursos y los cambios provocados por el cambio climático y la degradación ambiental están obligando a muchos pastores nómadas a bus car agua y pastos para sus rebaños en las tierras más fértiles del país. habitada por agricultores sedentarios. Los pastores ahora se ven obliga dos a seguir nuevas rutas migratorias, lo que los lleva a concentrar grandes cantidades de gana do cerca de aldeas y granjas. Esta situación está ejerciendo presión sobre los recursos naturales limitados en dichas áreas y está provocando conflictos entre agricultores y pastores, ya que el ganado consume productos agrícolas. Las autoridades no están preparadas para hacer frente a este problema, en gran parte debido a la guerra civil en curso, que se atribuye a tensiones políticas, religiosas y étnicas, así como a la competencia por valiosos recursos naturales, en particular diamantes. Todo conlleva a más crispación de la situación general y creando un desorden generalizado.
Si bien los agricultores y pastores en conflicto son los más directamente afectados, los efectos indirectos son enormes, ya que la mayor parte del país depende de productos agrícolas inter nos. Según los últimos datos, casi la mitad de la población de la República Centroafricana se encuentra en situación de inseguridad alimentaria y alrededor de 1 de cada 5 personas ha sido desplazada internamente.
Durante los 15 años de guerra civil en Mozambique, el Parque Nacional de Gorongosa perdió más del 90% de sus animales salvajes. Estas cifras aún no se han recuperado a pesar de que la guerra terminó en 1992 y muchos elefantes ahora nacen “sin colmillos”, una adaptación biológica que reduce las posibilidades de ser cazados por su marfil. Este es sólo un ejemplo de los efectos duraderos que los conflictos pueden tener en la vida silvestre. Esto tiene efectos duraderos en la salud de los ecosistemas afectados y demuestra el inmenso daño que puede ocurrir en un período de tiempo comparativamente corto. El uso del medio ambiente natural como arma en la guerra está prohibido en el derecho internacional, aunque, por supuesto, a menudo no se respeta y el medio ambiente sigue siendo víctima de los conflictos.
Conclusión. Los desastres ecológicos cada vez más numerosos en todos los países son una realidad que va afectando a la Paz mundial: reconstruir ciudades, repoblar los sistemas ecológicos, los bosques, asegurar los alimentos, evitar la emigración, luchar contra la falta del agua, proteger el avance de los mares y océanos requiere unos esfuerzos titánicos que hace que los más poderosos acumulen recursos y sean menos solidarios con los pobres, que son los que sufren más los efectos del cambio climático.
Fuente: Africana, ABRIL 2024 – Nº221. Boletín de los Misioneros de África (Padres Blancos) y Hnas. Misioneras de Ntra. Sra. de África (Hermanas Blancas)