En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, el autor explica por qué hay esperanza: estos fenómenos se pueden frenar y revertir y las áreas de bosque están aumentando globalmente.
Las zonas áridas ocupan un tercio de la superficie terrestre y la desertización crece al 1 % anualmente. Este aumento pone en peligro el modo de vida de los quinientos millones de personas que viven a las puertas del desierto. Se trata de un problema serio. Pero también de un problema que sabemos cómo resolver.
La Convención para Combatir la Desertización de las Naciones Unidas propone el lema “Restaurar la tierra y recuperarnos” para celebrar el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía de este año. Afortunadamente, también hay buenas noticias:
La desertización no es el resultado directo del cambio climático, sino de su interacción con actividades agrícolas que redundan en la degradación forestal.
La actividad humana está casi siempre detrás de la desertización a día de hoy y, por tanto, frenarla está en nuestra mano.
El cambio climático no altera la cantidad de lluvia que cae en el planeta. Solo la redistribuye. Esto es, en algunas zonas llueve más y en otras menos como consecuencia de este fenómeno. Pero a nivel global, la sequía no ha aumentado.