Lola Hierro / Madrid, 25 Abril 2022
El mundo necesita acabar con la malaria y África es el continente más interesado: en 2020 se produjeron 241 millones de nuevos casos y 627.000 muertes en 85 países. De ellas, el 96% se produjeron en la región subsahariana y más de dos tercios de las víctimas fueron niños menores de cinco años. No hay una bala de oro que vaya a terminar con el problema, pero las esperanzas están en la suma de esfuerzos: medicamentos, vacunas, mosquiteras, fumigación, modificación genética… Ahora se vive un momento crucial, pues después de décadas de progreso en la reducción de contagios y de muertes –hasta un 45% de descenso de la mortalidad entre 2005 y 2019–, en los últimos años el progreso se ha estancado. “Se necesita una acción urgente y concertada para volver a situar al mundo en una trayectoria hacia la consecución de los objetivos de 2030″, ha reclamado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para recuperar la senda del progreso, la OMS ha elegido apuntar a la ciencia para conmemorar el Día Mundial contra la Malaria, que se celebra anualmente cada 25 de abril. El eslogan difundido es “Aprovechar la innovación para reducir la carga de la enfermedad y salvar vidas”. Con este mensaje reclaman inversiones en proyectos que aporten nuevos enfoques en el control de vectores, los diagnósticos y los medicamentos antipalúdicos. En definitiva: es necesario impulsar otras herramientas para acelerar el ritmo de los avances.
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