Manuel Peinado Lorca, Universidad de Alcalá / 26 marzo 2024 19:58 CET
Los secretos de un paraíso hasta ahora desconocido: la ecorregión del Archipiélago Montano del Sudeste de África, islas rocosas rodeadas por un mar de hierba.
Dos décadas de expediciones, en las que han participado un centenar de científicos de todo el mundo, han desvelado los secretos de un paraíso de la biodiversidad hasta ahora desconocido: el archipiélago Montano del Sudeste. Es la ecorregión más reciente y la más amenazada de África. Alberga decenas de especies endémicas que crecen en islas rodeadas por un océano de hierba.
Hay un lugar en el mundo donde todas las fuerzas de la naturaleza convergen y crean un entorno tan único que hay más animales que en ningún otro lugar del planeta. Sobre un océano lleno de arrecifes de coral se elevan volcanes cubiertos de selvas tropicales y los ecosistemas se entrelazan para crear una biodiversidad inigualable. Es Insulindia, el archipiélago malayo, la tierra de las veinticinco mil islas que, entre 1854 y 1862, exploró Alfred Russel Wallace y donde hizo algunos de los descubrimientos científicos más importantes de su tiempo.
Wallace viajaba en un infatigable afán por demostrar cómo la geografía afecta a las áreas de distribución de las especies, condiciona sus orígenes y su multiplica diversidad. Mientras, desde su casa de Downe, otro naturalista, Charles Darwin, recopilaba la infinidad de evidencias y argumentos que sostendrían la publicación en 1859 de El origen de las especies, el libro que trastocó conceptualmente el mundo. Siempre que embarcaba en una expedición, Darwin llevaba consigo un ejemplar de El paraíso perdido de John Milton.
Fue en las islas Galápagos donde ocurrió la némesis de Darwin, el viraje desde una timorata mentalidad religiosa a otra abiertamente heterodoxa en la que la herencia biológica reemplazaba la mano del relojero divino. Galápagos, un paraíso perdido en medio del Pacífico que, a los ojos del joven naturalista, apareció como un laboratorio de la evolución.
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South East Africa Montane Archipelago (SEAMA), este es su nombre. El paisaje de la nueva ecorregión lo protagonizan treinta oteros graníticos, algunos de los cuales superan los 3 000 m de altitud. Son inselberg o “montes isla”, colinas aisladas que dominan la llanura, batolitos formados hace entre 600 y 125 millones de años. Hoy, en las treinta colinas sobreviven los bosques tropicales montanos perennifolios más grandes (el monte Mabu) y más pequeños (el monte Lico) del sur de África. Más arriba en la colina, por encima de estos bosques primigenios, prosperan prados subalpinos biológicamente únicos.