27 diciembre 2020 21:37 CET
En 1999 la UNESCO e ICSU reunieron en Budapest a unas 2500 personas, entre científicos y altos funcionarios públicos de 150 países y unas 170 organizaciones civiles, para discutir la posibilidad, según Science y Nature, de un nuevo pacto social por la ciencia.
El nuevo arreglo propuesto en este World Science Forum (WSF) debía sustituir la autonomía por el compromiso (con la ciudadanía). Básicamente, lo que la sociedad pedía a los científicos a través de Federico Mayor Zaragoza, secretario general de la UNESCO, ya no era conocimiento fiable a cambio de recursos que aseguraran su independencia de criterio.
Lo que se reclamaba para el nuevo milenio era que afirmaran su disposición para hacerse cargo de los problemas del mundo. Werner Arber, premio Nobel en 1978 y presidente del International Council of Scientific Unions (ICSU) y, de alguna manera, la voz de la ciencia, ofrecía un pacto más convencional que no amenazara el arreglo logrado tras la II Guerra Mundial.